lunes, 23 de agosto de 2010

Una buena gestión: Piñera y la Mina San José

Como todos los chilenos, estoy pendiente de lo que está pasando en Atacama, en las mina San José. Como todos, estoy admirada con la grandeza del milagro divino de mantener vivos a 33 mineros tras 17 días de aislamiento. Estoy admirada con la presencia de ánimo y la sagacidad de los mineros atrapados para poder comunicarse con el mundo. Pero también estoy admirada con la labor del gobierno, labor liderada por el Presidente Piñera.


Hoy, tal vez en un rato, se puedan comunicar vocalmente con los mineros y se les pasen los primeros suministros. Hoy, se les dará la dura noticia que ya sus familiares están asimilando, que el rescate puede demorar hasta diciembre. Hoy, ya se pueden hablar de medidas, y de señalamientos de dedo, de entablar demandas legales, de investigar cómo se pudo permitir el reabre de una mina en esas condiciones.

Hoy es hoy, y al Presidente le esperan nuevos desafíos. Está mañana había rumores de guerra en el Instituto Nacional que indican que los “pingüinos” terminaron de invernar y que se viene otra revuelta estudiantil. En unos días, le volverán a llover críticas al gobierno por X razón, y Tatán volverá ser “el malo” de la película. Por eso me apresuro en dejar un recuerdito de cuando se portó bien, porque es imborrable e innegable la valentía y eficacia con que enfrentó esta crisis minera.

Cuando se tiene noticias del derrumbe de la Mina San José, el Presidente está en gira oficial en Ecuador. Mete en un avión al Ministro de Minería, Laurence Golborne, y lo manda de regreso a Chile. El mismo mandatario retorna poco después y se apersona en el Campamento Esperanza, como se llega a llamar al reducto que ocuparán los rescatistas y los familiares de los atrapados durante las próximas angustiosas semanas.

Cuando los dueños y responsables de la mina estaban escondidos debajo de la cama, Piñera estaba al pie del cañón. Si volvía a Santiago, dejaba en su lugar a su señora, Cecilia Morel. La presencia del mandatario era tan conspicua que sus detractores se burlaban diciendo que el Presi quería sacar él solito a los mineros.

Si Piñera pudiese haberlos sacado “él solito” lo habría hecho. Como no pudo, empeñó todos sus esfuerzos para que otros lo hicieran. Hizo traer maquinaria del extranjero. Abrió las alcancías del gobierno, esas que el anterior Ministro de Economía, Andrés Velasco, guardaba bajo el colchón. Nombró investigadores, despidió a los primeros culpables que encontró en el camino, pero sobre todo, con su actitud esperanzada, motivó a su gabinete y a otros a sumarse a un inmenso esfuerzo de rescate. Porque lo que más me impresiona es la cantidad de personas involucradas en este equipo de rescate en el que colaboran empresas mineras privadas y publicas.

El presidente pudo haberse lavado las manos y desentenderse del asunto. Mal que mal, era una mina privada, un asunto privado. Haber dejado que la misma compañía minera se encargara. Se le criticó por involucrarse en un esfuerzo que podía terminar en sonoro fracaso y manchar su imagen. Pero es porfiado y a veces es bueno ser porfiado. Yo le creo al Ministro Hinzpeter cuando anoche dijo en el Canal 13 que honestamente él no creía que las labores de recate hubiesen continuado si el gobierno y Piñera no hubieran metido su cuchara.

Ayer era un día triste para el Presidente. En la mañana, su suegro fallecía en sus brazos. Aun así el Presidente fue a Atacama. La Primera Dama se quedó en Santiago, pero una delegación de parientes de los mineros atrapados le fue a ofrecer el pésame y a llevarle una bandera. Querían compartir su dolor, pero también la alegría de ellos con alguien que nunca los dejó solos. Un gesto precioso.

Yo ayer hice zapping por todos los canales nacionales porque me gusta ver diferentes ángulos de una misma noticia. Un vínculo en común, fue que cada vez que entrevistaban a algún pariente de los atrapados este/esta agradecía al país, a las autoridades y al presidente por su gestión, por estar con ellos, por no olvidarlos. No hay nada más terrible en una tragedia que sentirse solo y abandonado.

Piñera dijo ayer a las cámaras que él no llora fácilmente, pero su emoción era genuina y evidente. Se notó en su “¡Viva Chile, mierda!” En los abrazos que intercambiaba con los familiares y amigos de los atrapados, en la manera que entonó junto a ellos el himno nacional. Llámenlo “populista “pero le salía del corazón. Me recordó a Bill Clinton.

No sé si Piñera y sus asesores se dieron cuenta, pero se rompió esa imagen que los detractores del Presidente han implantado en la opinión pública: Piñera como un hombre alejado del pueblo, un empresario tirano que sirve sólo a una elite. Leyendo esta noticia en un medio extranjero “progre” leo una frase que lo resume todo

“Hasta el mismo presidente chileno, Sebastián Piñera, un hombre de centroderecha, celebró el hallazgo con los familiares de los mineros”.

¿Ósea, por ser de centroderecha el presidente se rebajó al celebrar con gente humilde? Esas son las imágenes que los rojiprogres quieren crear de todo político que no sirva sus mezquinos intereses.

2 comentarios:

Ruy dijo...

Reconfortante este hacerse próximo
con los que sufren.
No te asustes; ya le encontrarán
los socialistas una fisura por donde descalabrar su bonhomía.

Lo mismito hizo aquí el Sr. Zapatero con los ciudadanos de Melilla, ¿No?

Me sumo a la alegría del milagro.

Violante Cabral dijo...

Mm Zapatero podría tomar ejemplo.
Por supuesto que ya van a salir los izquierdosos a ensuciar la labor piñerista