domingo, 1 de agosto de 2010

¿Por qué Dominique Cottrez ofendió nuestra sensibilidad?



Estaba leyendo esta excelente crónica de Juan Manuel de Prada titulado “La Casa de los horrores”, y me encontré cavilando sobre el significado de la palabra "sensibilidad" en nuestro siglo.

Reviso el tesauro y veo que ofrece términos negativos (sensiblería, susceptibilidad) como sinónimos de “sensibilidad”. El Diccionario de la Real Academia la define como “facultad de sentir”, "de dejarse llevar por los sentimientos" y "capacidad de respuesta a muy pequeñas causas”. En suma, no es nada bueno ser sensible, y sin embargo, muchos al leer la noticia de que una enfermera francesa mataba a sus hijos apenas estos nacían, han sentido afectada su sensibilidad. ¿Nos dejamos llevar por una muy pequeña causa tal como lo define la RAE?

Yo también al conocer la noticia de Dominique Cottrez, la asesina de sus propios hijos, caí en la horrorosa “sensiblería”. Hasta me dolió el estomago para luego “desensibilizarme” y volverme objetiva. ¿Por qué nos escandaliza tanto esta noticia y no nos incomoda saber que hay mujeres que abortan varias veces?

Yo conozco una que va por el cuarto aborto. Y no es una ignorante pobretona, madre de familia numerosa, sino una profesional del primer mundo. Por descuido “tuvo” que abortar dos veces en la secundaria. Ahora, en la treintena, y siendo toda una triunfadora por lo tanto muy activa sexualmente, dos veces le ha fallado la píldora. A Dominique Cottrez no le daba la gana ir al ginecólogo a buscar anticonceptivos. A mi conocida no le da tiempo ponerse a probar nuevos métodos para evitar el embarazo. “No tengo tiempo, total ninguno es efectivo”, esa es su respuesta. Conozco uno, pero ni ella ni a la obesa Dominique se les ocurrió ser célibes. Total, matar críos es mucho más fácil, sobre todo cuando es legal.

Lamentablemente, quienes juzguen a Dominique no lo verán así. Serán jueces llenos de sensibilidades falsas que dictan que una mujer puede matar a su hijo dentro de ella, pero no fuera de su vagina. Se indignarán ante la insensibilidad de Dominique que podía sofocar a sus bebitos recen nacidos. No les cabrá en la cabeza que la sensibilidad maternal propia de toda hembra no le impidiese cometer esa serie de infanticidios.

¿Cuántas veces he usado variaciones de la palabra “sensibilidad” en el párrafo anterior”? ¿Y cuántas veces ese término no es más que un eufemismo para una hipocresía culposa? Vivimos en una sociedad que por todos los medios intenta erradicar sensibilidades absurdas, compasiones equivocadas, sentimientos de culpa obsoletos, susceptibilidades prejuiciosas. Todo para reemplazarlo con una sensibilidad estándar.

Recuerdo a una ex jefa que al leer mi novela dijo que ésta “ofendería las sensibilidades modernas” Seguro que sí, puesto que las sensibilidades modernas son tan ilógicas como artificiales. Siempre reguladas por lo que pasa por políticamente correcto.

En Fox News una vez oí a un homosexual decir que era necesario que la sociedad americana se “desensibilizara” ante la presencia de los homosexuales. Casi me caigo de la silla, hasta que me di cuenta que lo que el individuo promulgaba era una actitud relajada ante la presencia de parejas gays, que la gente no tuviera reacciones epidérmicas al ver a dos chicas besándose en publico, que aceptase sus modos de vida como algo tan normal que no ofendía sus sentidos.

Pues ciertamente que el pueblecito donde Dominique pasó sus preñeces y cometió sus crímenes, estaba habitado por gente tan desensibilizada que confundió su panza de preñada con “sobrepeso”. ¡Su mismo marido fue puesto en libertad porque le creyeron cuando dijo que no se dio cuenta de que su mujer estuvo embarazada ocho veces y eso que vivían bajo el mismo techo!

Estoy segura de que Dominique, cuyo comportamiento ofende la sensibilidad de quienes la conocen a través de los medios, será declarada demente, porque esa es la solución fácil para comprender lo incomprensible. A nadie se le ocurrirá ver en ella a un producto desmesurado de su época y entorno social.

Vivimos en una sociedad tan erotizada que es visto, como señal de salud mental tener una vida sexual variada y desenfrenada. Lamentablemente, los promotores de este estilo de vida rara vez previenen que ciertos comportamientos pueden acabar en embarazos no deseados. Tal como dice mi conocida, ningún contraceptivo es cien por cierto infalible.

Las chicas de hoy reciben más información sobre sexo que sobre prevención, tanto de relaciones innecesarias como de anticonceptivos. Lo único que saben es que, aún antes de cumplir la mayoría de edad, son dueñas de sus cuerpos, de sus vidas, y de cualquier forma de vida que crezca dentro de sus cuerpos.

No hay ninguna ley que obligue a una mujer a usar métodos de planificación familiar, si no desea embarazarse. Una ley así olería a estado policía, a infracción de libertades. Heriría la sensibilidad de todos los amantes de la autonomía personal.

¿Entonces qué se supone debía hacer Dominique? Si no quería usar anticonceptivos, y ninguna ley la obligaba a hacerlo y mucho menos a ponerse cinturón de castidad, nadie esperaría que criase ocho hijos, ¿verdad?

Es una pregunta que me gustaría hacerle a los jueces que la van a poner en picota. Porque la única respuesta posible y honesta de ellos sería que lo menos que pudo hacer la asesina fue abortar. Ocho abortos, como todo el mundo sabe, no es lo mismo que matar “insensiblemente” a ocho bebés recién nacidos. ¿O sí?

2 comentarios:

Aurora Llavona dijo...

Es lo que la gente no ve, y es tristisimo, y las mas engañadas, las mujeres a las que les pintan el aborto como un derecho

Anónimo dijo...

Actualización:

En 2012 esa multiasesina quedó libre. Las feminazis ya no se conforman con niños prenatales: ahora van por los niños ya nacidos.